Troy, un adolescente, se despierta y camina hasta un arroyo cercano para grabarse contando los acontecimientos de una fiesta a la que asistió. Comienza su historia en la casa de su amigo, donde escucha a su amigo tocar música que él había escrito. Ambos pierden la noción del tiempo y Troy termina necesitando recordarle a su amigo que es hora de irse a la fiesta. Una vez que llegan, la fiesta está tranquila, pero pronto se vuelve bulliciosa. De repente la gente grita, baila y salta. Troy está abrumado y su amigo lo siente, por lo que se van a una habitación más tranquila de la fiesta. Troy se sienta y permite que sus pensamientos giren en espiral, antes de que su novia lo saque de sí y le envía un mensaje de texto diciéndole que quiere pasar el rato. Troy se da cuenta de que no se está divirtiendo en esta fiesta y él y su amigo se van. Todos se reencuentran en la casa del amigo de Troy, pero una vez allí, Troy todavía se siente desconectado. Los deja por un rato y se sienta en el baño, comiendo solo un arroz krispie. Finalmente, se esfuerza por sincerarse con su novia sobre sus ansiedades. Se acuestan juntos en la cama mientras el amigo toca música en la otra habitación y finalmente se siente conectado.