En este poema visual, dos amantes comparten una tarde de pasión, mientras una deidad ancestral proveniente de sus sueños realiza una orgiástica danza que refleja su delirio.

El visitante espectral, conocido como la Pequeña Muerte, guía a la pareja en un viaje onírico de transformación y éxtasis. Como el orgasmo mismo, el ritual del espíritu termina donde comienza, en un ciclo infinito de amor, vida y muerte.

Contado a través de realismo mágico y mitología Mexicana, el film representa un regreso a casa para el cineasta Pedro Lavín quien, con La Pequeña Muerte, vuelve a sus raíces para contar una historia puramente queer y singularmente Mexicana.